Mayo de 1968 y la Internacional Situacionista
Hay una línea invisible que va desde los años de 1920 hasta el famoso mayo del 68, y si uno esfuerza los sentidos puede captarla tan nítidamente como si estuviera trazada con tinta indeleble. En los años finales de la primera gran carnicería conocida como la primera guerra mundial, varias vanguardias artísticas trataron de transitar el camino que unía el arte con la vida, y se pasaron de la barricada de la creación literaria y plástica, a la trinchera de la lucha social. Los partidarios de Dada y los surrealistas son los más conocidos, los primeros tratando de destruir el arte y los segundos de realizarlo sin destruirlo, según la acertada fórmula de Guy Debord. Cabe agregar que destruir el arte no quiere decir destrozar físicamente las obras consagradas como artísticas por la academia (aunque más de una vez lo hicieron y más de una obra se lo merecía), sino destruir la concepción de la creación como algo separado del resto de los mortales y consagrado a las manos de los llamados artistas, que antes del Renacimiento eran simples artesanos.
Las décadas pasaron, el asalto a los cielos por la clase obrera pareció derrotado (a menos que uno fuera de los miles y miles que consideraban como socialismo o incluso comunismo a la barbarie stalinista), pero las condiciones sociales en distintas partes del mundo comenzaron a marchar nuevamente en dirección a la tan esquiva revolución. La década de los años cincuenta parece como muy próspera y estable en los países occidentales más desarrollados, extendiendo sus beneficios de ingresos y consumo incluso hasta los trabajadores sindicalmente organizados, pero distintos signos bajo la superficie prefiguran las convulsiones de la década siguiente. Uno de ellos es la fundación de la Internacional Situacionista (1957), agrupación de vanguardias artísticas donde se encontraban desprendimientos de la Internacional Letrista , o el Instituto Psicogeográfico de Londres, y el Movimiento Internacional por una Bauhaus Imaginista. Esta nueva y pequeña internacional comenzó a editar la revista Internacional Situacionista , y lenta pero decididamente comenzó a avanzar hacia el camino de la subversión política. Un hito en esa ruta fue el llamado escándalo de Estrasburgo, en 1967, cuando un grupo de estudiantes de dicha universidad de Francia, miembros de la IS , llegaron al centro de alumnos y utilizaron los fondos para editar y repartir en una sesión solemne y oficial de la casa de estudios, el panfleto Sobre la miseria del medio estudiantil , ataque en toda regla contra el rol del estudiante universitario, contra el Estado y el capitalismo. Ya a esa altura los situacionistas trataban de establecer contactos con otros grupos políticos dispersos por el mundo y que tuvieran una lectura similar a la de ellos, implacablemente críticos contra las sociedades capitalistas occidentales y contra el socialismo burocrático.
Y en mayo de 1968 estallan las luchas en toda Francia. A lo que al principio parecieron meras revueltas estudiantiles se van sumando lo trabajadores, y millones de hombres y mujeres participan en las tomas de universidades, liceos y fábricas. Los situacionistas participan activamente en instancias como el Comité de Ocupación de la Sorbona y el Consejo para el Mantenimiento de las Ocupaciones, y ahí se lanzan a tratar de separar las barreras entre el arte y la vida, aportando su visión de la sociedad del espectáculo que no es la simple crítica de la sociedad de masas o del consumo moderno en las condiciones del capitalismo maduro de los años 60, si no una profunda crítica a la sociedad de clases, enarbolada por partidarios abiertos de su destrucción, que no sucumbieron ante ninguna moda radical de su tiempo, cuando por ejemplo el maoísmo hacia furor entre los estudiantes y la intelectualidad más izquierdista, y muchos marchaban con el libro rojo del presidente chino en la mano, o proclamaban las tres M: Marx, Mao y Marcuse . De esta trinidad, los situacionistas y los llamados enrages sólo rescataban al primero, el autor de ese torpedo contra la sociedad explotadora del trabajo asalariado llamado El Capital. Además, a esa altura los situacionistas y otros rebeldes contaban con su propia arma secreta, el libro La sociedad del espectáculo , escrito en 1967 por Debord, uno de los fundadores de la IS.
Recordemos que las luchas en París y otros puntos de Francia estuvieron relacionados con importantes movilizaciones en otras partes del mundo, como el 68 en Checoeslovaquia, o en España y el país vasco, o todas las luchas del 68-69 en Italia, donde también se destacaron en la agitación teórica los componentes de la sección italiana de la Internacional. Pero finalmente las luchas se fueron apagando, o se prolongaron en áreas tan distantes como América Latina. Al cabo de unos años, la IS se autodisolvió en 1972...
Hoy, la sociedad del espectáculo que regula cada día de nuestras vidas, en el trabajo o en el ocio, rescata los elementos más llamativos, y generalmente más superficiales, de la década de 1960 y todas sus luchas y manifestaciones contraculturales; las bandas musicales más famosas, la estética, o toda la rebelión norteamericana de las flores, donde los locos jóvenes contestatarios se fueron transformando al llegar la madurez en hombres y mujeres responsables y de bien, una transición generacional desde los Yipies (del partido internacional de la juventud)a los Yupies (los jóvenes, urbanos y profesionales). Pero en lo profundo de la memoria colectiva, o para ser más precisos en esas partes que las instituciones se esfuerzan por dejar en la sombra y el olvido, siguen grabadas las luchas sociales de los 60, y ese espíritu provocador que animó con su fuego y sus consignas transgresoras la bandera situacionista, ondeando en el mástil de un barco ebrio... de vida plena.
Fernando Neira
Notas:
La IS buscó alianzas y coordinaciones con organizaciones revolucionarias de los países nórdicos o del Japón, pero también tuvieron relaciones muy conflictivas con grupos como Socialismo o Barbarie, o con los situacionistas norteamericanos a los que terminaron desahuciando, por considerarlos muy hippies. Para Debord, por ejemplo, los beatniks o los hippies eran el ala derecha del movimiento.
Los llamados Enrages o Rabiosos eran los más exaltados agitadores que comenzaron las luchas en las facultades de educación superior.
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