Pablo de Rokha: Vuelve el descubridor de los calzones con olor a durazno peludo.
El nombre de Pablo de Rokha ha sonado con frecuencia en Chile este 2008. Se cumplen cuarenta años desde que el autor de Los gemidos les diera un drástico fin a sus días en su casa de calle Valladolid, en La Reina. Hace poco fueron reeditados sus libros Tercetos dantescos a Casiano Basualto y Neruda y yo . Y a ello se ha sumado la reciente e inesperada muerte de la pintora Lukó de Rokha, su hija y principal albacea.
Pero los hechos de este año rokhiano no terminan ahí, sino que prosiguen con uno de los acontecimientos literarios más notables del último tiempo: la reedición de Escritura de Raimundo Contreras , una de las obras cumbres del poeta licantenino, que acaba de aparecer bajo el sello de Ediciones Universidad Diego Portales.
El volumen, de 90 páginas, lo que es breve si se considera el gusto de De Rokha por las proporciones bíblicas, es un solo poema en prosa, sin puntuación, en el que las únicas pausas para la lectura son las divisiones entre capítulos y unos espacios en blanco intercalados estratégicamente, que narra las andanzas de Raimundo Contreras, un huaso bruto, mujeriego y furiosamente meditabundo que vive la vida loca hasta que conoce a Lucina y entra, más o menos, en vereda.
Notoriamente autobiográfico, el libro fue publicado originalmente en 1929 (ver recuadro) y es una especie de novela de vanguardia, como un retrato del artista adolescente, en donde Chile se muestra rural y agrario, pero con la sensualidad a flor de piel, con el vino chorreando por las quintas y con unos ejércitos de muchachas hirvientes a las que dan puras ganas de morderles la oreja o de pellizcarles sus redondeces frutales.
Según Leonardo Sanhueza, autor del prólogo a esta nueva edición, ese Chile rokhiano es una creación mítica y “es más Chile que el propio Chile, porque es un país que todo el año huele a duraznos y en el que cantan las tencas bajo la lluvia o el sol y hasta las chiquillas más cartuchas andan a poto pelado celebrando los frutos de la patria colorada y magnífica”.
En efecto, el carácter frutoso y vegetal de este libro salta a la vista y a las narices, lo que se contrapone al aire de tragedia que lo domina desde su primera página, con una terrible dedicatoria a Tomás de Rokha, un hijo muerto a los dos años de edad. Junto a cosas tremendas y pantanosas, hay chirimoyas, naranjas, guindas, higos, sandías, albahacas. Incluso hay mujeres cuyos calzones “huelen a durazno peludo”.
Con Escritura de Raimundo Contreras , De Rokha inventa una suerte de surrealismo chileno, adaptado a una ruralidad hoy desaparecida de la literatura. Es poesía de la vanguardia más adelantada de su tiempo, pero a la vez confiesa tener “su corazón rural como un huevo de perdiz”. Es un libro que no teme a las imágenes insólitas ni a las cosas oníricas, pero generalmente descubre esos mundos “arremangándoles las polleras a las lechugas”.
Imprenteros antipoéticos Aunque fue publicada en 1929, la primera edición de Escritura de Raimundo Contreras estuvo quince años "en capacha", pues sólo pudo salir de las bodegas del imprentero en 1944, cuando las diferencias económicas entre éste y el autor fueron zanjadas. Para pablo de Rokha eso no era novedad. Los Gemidos, su primer gran libro, es una leyenda al respecto. Impreso en 1922, el tiraje también fue retenido en la imprenta por no pago, sólo que esa vez hubo acción: se dice que el autor, al ver herida su credibilidad, tomó la docena de ejemplares que le permitían sus brazos y puso pies en polvorosa. El resto del tiraje fue vendido al kilo en el matadero, como papel para envolver carne.
Comentario crítico:
El texto precedente contiene toda la banalidad de la “crítica” literaria común en la prensa. Se resaltan las cosas más folklóricas del poeta Pablo de Rokha, como los calzones con olor a durazno peludo o las “simpáticas anécdotas” con las imprentas, como si se estuviera escribiendo algo sobre un personaje de la nauseabunda farándula. esconde su suicidio -producto del dolor por la pérdida nunca superada de su esposa, la poetisa Winétt, y el remate de la trágica muerte de su hijo Carlos- con la siútica fórmula de “les diera un drástico fin a sus días”. Pero bueno, la prensa de hoy no se destaca por su profundidad ni por ser muy seria. Es un concentrado de lo pueril, la nada misma con harto de manipulación y lugares comunes, y servil con los poderosos. Nada se dice aquí que valga la pena, que el gigante Rokhiano fue anarquista en su juventud, y después pasó a ser militante del Partido comunista, rompiendo luego con el PC oficial y abrazando más tarde la causa prochina (en los tiempos de Mao). Que fue un poeta maldito, vital y contradictorio, que nunca recibió nada del mediocre establishment cultural chileno, salvo un tardío premio nacional de literatura. Que los críticos consagrados como Alone lo menospreciaron, además de muchos escritores snob. Y que fue el creador de una poesía telúrica y vanguardista.
En todo caso, su obra incluso es capaz de llenar con un poco de energía un texto flojo como el que criticamos, y hasta en él se rescata el cuerpo rural de sus poemas, fundador y descriptivo de un mundo y un tiempo pasado, poesía épica y elegiaca a la vez, pero siempre implacable con las clases explotadoras. Ah! Pablo de Rokha vendiendo sus libros y la Revista “Multitud” por los campos y pueblos, diciéndoles a los dueños de tierras que compraran sus libros para salvarse de la ira popular en la inevitable revolución.
A 40 años de tu muerte, cuanta falta nos hace hoy la fuerza de seres humanos verdaderos, como tú y los de tu clan de fuego negro –Winétt, Carlos, Mahfud y la recientemente fallecida Lukó de Rokha.
¡“Saludo a los borrachos dionisíacos, que no se hacen cadáver”!
Miguel Acevedo.
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