Play back y otros cuentos chinos
Gran metáfora de lo que es la China actual: una inmensa y descarada mentira donde, bajo las banderas rojas del pueblo, los más brutales gendarmes y verdugos dirigen esa factoría en la que grupos minúsculos, minorías voraces, se hacen trimillonarios en dólares, en yenes, en oro suizo, en lo que quieran, gracias a la información privilegiada entregada por la mafia. Más mentiras alegóricas: muchas imágenes de la inauguración estaban grabadas de antemano y la mayoría de los fastuosos fuegos artificiales que vimos boquiabiertos jamás existieron en la realidad, sino que fueron generados por animación computarizada. Cuatro mil millones de personas en el planeta quedamos mudos ante la majestuosidad inaugural, mientras cientos de miles de provincianos chinos, llegados de lejos a presenciar el acto, fueron violentamente expulsados por la policía antimotines más allá de los muros de la vieja ciudad, maquillada, enmascarada de todas sus miserias.
Era una rotería que los visitantes o, peor aún, la prensa vieran o captaran la imagen de esos patanes salidos de las fábricas de flores plásticas, fuentecitas de feng shui o automóviles de imitación. "Una pequeña cantante gana el corazón de la nación", tituló el diario "China Daily". La mentira se reproduce. Pero también se descubre, porque China es una inmensa farsa donde hasta internet se encuentra bajo censura. Donde las ejecuciones sumarias con un tiro en la nuca se aplican a diario en todas partes. Un país donde, en nombre del pueblo, bandas de asesinos del nivel de la Gestapo mantienen un orden basado en el terrorismo más repulsivo de la Tierra. Un falso régimen socialista que esclaviza a sus súbditos de un modo abyecto que la sociedad mundial parece no ver. Claro, son baratos los productos chinos. La mano de obra es casi gratis. Mejor hacer como los tres monos, que ni ven, ni oyen ni dicen una sola palabra.
Es cierto que una apertura de Juegos Olímpicos es sólo un espectáculo. Algo de circo. Mucho de tecnología de punta. Pero, detrás del biombo, China entera sigue siendo un engaño monstruoso, secreto, mientras la invisible y rolliza Yang Peiyi vuelve a casa con su madre, muda, en un camión atestado de soldados borrachos.
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