octubre 08, 2010
octubre 01, 2010
¿Cómo sabe uno que está ante un golpe de estado?
La mañana empieza normal, uno llega al trabajo ajeno a que hoy todo va a ser distinto. De pronto a primera hora alguien corre la voz:
-Hay problemas con la policía en Quito-
Parece que los policías están protestando por una ley aprobada ayer, que les quita una serie de dineros extras que estaban cobrando.
Se toman un cuartel de la policía.
El presidente Correa va para allá, en plan padre de la patria a calmar los ánimos de los pacos.
Los ánimos no se calman.
El presi desde un balcón les dice que depongan de su actitud.
Los ánimos NO se calman.
El presi les llama traidores a la patria. El fuego se aviva.
El presi les dice que le peguen ahí mismo un tiro en el pecho (abriéndose la chaqueta) porque no va a dar marcha atrás. Le empiezan a tirar piedras.
A la salida del cuartel le llueven golpes, botes de humo y toda clase de improperios. El presidente desaparece.
Empiezan a llegar noticias de peor cariz. Militares se han tomado el aeropuerto y en otras ciudades cortan calles y puentes. En Guayaquil, la falta de pacos en las calles, dispara los saqueos y los atracos.
Hora de comer.
En el comedor la gente está cómo si nada, comen tranquilos y bromean como otra mañana, se nota que tienen callo. Yo estoy flipando.
Vuelvo de comer y la cosa ha ido a peor.
No podemos salir de la oficina por si las moscas.
Es raro, porque no vemos las calles, no se sabe que pasa, pero la tele no deja de vomitar tensión. Ya no es una protesta policial, es una insurreción en toda la regla. La cúpula militar respalda al gobierno.
Correa aparece, está en el Hospital de la policía, tratándose de los golpes y los gases. Desde el balcón del palacio presidencial, miembros del gobierno piden a los seguidores de Correa que vayan al hospital a rescatar al presidente.
Es irreal la sensación que tengo, de pronto el país se va al carajo sin previo aviso.
El gobierno acaba de declarar el estado de excepción a través de Twitter. (Vaya con las nuevas tecnologías). El ejército está tomando el mando. Parece que este finde no voy a poder ir a Quito, vaya por dios.
En fin, aquí estoy en la oficina, esperando noticias, para poder irme a casa. La gente ya reacciona, ya nadie está trabajando, las socias se han ido y la gente mira la tele, desconcertados.
Me quiero ir a casa, la oficina se va vaciando y yo no se cómo salir de ahí. Parece que la calle es hoy menos segura que nunca, no hay transporte. Luis, mi vecino y jefe del área social de la organización va a irse a casa, pero primero tiene que esperar a sus familiares que no han podido viajar y están intentendo arreglarse un vuelo en el aeropuerto.
Para hacer tiempo vamos frente a la gobernación a defender la revolución ciudadana, a defender la democracia:
- Alerta, Alerta, Alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina. -
Dejo que me hierva la sangre, estoy indignado. El lado oscuro siempre espera cualquier grieta para asestar su golpe. No se puede permitir. Yo aún no lo sé pero mi amor está en ese momento convirtiéndose en heroína, tratando de rescatar su patria de acogida.
- ¡Aguante Correa! -
Después de un rato, nos avisan de que van a soltar al presidente. La emoción se desborda, todo el mundo se abraza. Hemos resistido.
Volvemos a casa.
En la ciudad invisible el panorama es muy diferente. Allí no importa el futuro del estado, lo que importa es la falta de él. Ante la ausencia de policías en la calle, se han formado bandas de ladrones que van a la carrera arrasando con todo, detrás de ellos hay bandas de robados que los van persiguiendo. Al que pillan lo muelen a palos, hay un muerto en medio de la calle. Todos los puestos del mercado de la 8 están vacíos, no han dejado nada.
El día se acaba. Acabo de vivir un golpe de estado. La Perimetral está más tranquila que nunca. Me dicen que ni siquiera en navidad está tan vacía.
Un fuerte abrazo
Lucas Alvarez del Valle.
Desde Guayaquil, Ecuador.
http://supercostron.wordpress.com/2010/09/30/%C2%BFcuando-es-golpe-de-estado/
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-Hay problemas con la policía en Quito-
Parece que los policías están protestando por una ley aprobada ayer, que les quita una serie de dineros extras que estaban cobrando.
Se toman un cuartel de la policía.
El presidente Correa va para allá, en plan padre de la patria a calmar los ánimos de los pacos.
Los ánimos no se calman.
El presi desde un balcón les dice que depongan de su actitud.
Los ánimos NO se calman.
El presi les llama traidores a la patria. El fuego se aviva.
El presi les dice que le peguen ahí mismo un tiro en el pecho (abriéndose la chaqueta) porque no va a dar marcha atrás. Le empiezan a tirar piedras.
A la salida del cuartel le llueven golpes, botes de humo y toda clase de improperios. El presidente desaparece.
Empiezan a llegar noticias de peor cariz. Militares se han tomado el aeropuerto y en otras ciudades cortan calles y puentes. En Guayaquil, la falta de pacos en las calles, dispara los saqueos y los atracos.
Hora de comer.
En el comedor la gente está cómo si nada, comen tranquilos y bromean como otra mañana, se nota que tienen callo. Yo estoy flipando.
Vuelvo de comer y la cosa ha ido a peor.
No podemos salir de la oficina por si las moscas.
Es raro, porque no vemos las calles, no se sabe que pasa, pero la tele no deja de vomitar tensión. Ya no es una protesta policial, es una insurreción en toda la regla. La cúpula militar respalda al gobierno.
Correa aparece, está en el Hospital de la policía, tratándose de los golpes y los gases. Desde el balcón del palacio presidencial, miembros del gobierno piden a los seguidores de Correa que vayan al hospital a rescatar al presidente.
Es irreal la sensación que tengo, de pronto el país se va al carajo sin previo aviso.
El gobierno acaba de declarar el estado de excepción a través de Twitter. (Vaya con las nuevas tecnologías). El ejército está tomando el mando. Parece que este finde no voy a poder ir a Quito, vaya por dios.
En fin, aquí estoy en la oficina, esperando noticias, para poder irme a casa. La gente ya reacciona, ya nadie está trabajando, las socias se han ido y la gente mira la tele, desconcertados.
Me quiero ir a casa, la oficina se va vaciando y yo no se cómo salir de ahí. Parece que la calle es hoy menos segura que nunca, no hay transporte. Luis, mi vecino y jefe del área social de la organización va a irse a casa, pero primero tiene que esperar a sus familiares que no han podido viajar y están intentendo arreglarse un vuelo en el aeropuerto.
Para hacer tiempo vamos frente a la gobernación a defender la revolución ciudadana, a defender la democracia:
- Alerta, Alerta, Alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina. -
Dejo que me hierva la sangre, estoy indignado. El lado oscuro siempre espera cualquier grieta para asestar su golpe. No se puede permitir. Yo aún no lo sé pero mi amor está en ese momento convirtiéndose en heroína, tratando de rescatar su patria de acogida.
- ¡Aguante Correa! -
Después de un rato, nos avisan de que van a soltar al presidente. La emoción se desborda, todo el mundo se abraza. Hemos resistido.
Volvemos a casa.
En la ciudad invisible el panorama es muy diferente. Allí no importa el futuro del estado, lo que importa es la falta de él. Ante la ausencia de policías en la calle, se han formado bandas de ladrones que van a la carrera arrasando con todo, detrás de ellos hay bandas de robados que los van persiguiendo. Al que pillan lo muelen a palos, hay un muerto en medio de la calle. Todos los puestos del mercado de la 8 están vacíos, no han dejado nada.
El día se acaba. Acabo de vivir un golpe de estado. La Perimetral está más tranquila que nunca. Me dicen que ni siquiera en navidad está tan vacía.
Un fuerte abrazo
Lucas Alvarez del Valle.
Desde Guayaquil, Ecuador.
http://supercostron.wordpress.com/2010/09/30/%C2%BFcuando-es-golpe-de-estado/
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