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Por estos días, en los kioscos de Santiago y otras ciudades de Chile se está distribuyendo la serie de comics books de Batman de Planeta De agostini, que nos llegan desde la filial argentina de esta compañía (colección que ya fue editada hace años en España). Los primeros números corresponden, cómo no, al famosísimo Año 1, con guiones nada menos que de Frank Miller. Hace pocas semanas se estrenó por acá la versión cinematográfica de "Watchmen" de Zack Snyder (el mismo director de la película "300", proyecto en el que también participó activamente Miller). Así que lo menos que podemos decir es que el cómic anglosajon está de moda. Y por eso nos queremos detener en Frank Miller, quien incluso es considerado por algunos lectores cultos de historietas, como un hombre "crítico" con el sistema, con el american way of life, casi un libertario, y otras apreciaciones que sólo pueden surgir de una ignorancia supina... Hemos extraído estas citas del artículo ALEGORÍA Y GUERRA EN "300" por Wu Ming 1, (de octubre de 2007), para que nos queden muy claras las verdaderas motivaciones y posiciones políticas de este personaje, cuyos cómics y adaptaciones cinematográficas ("Sin City", "The Spirit"), nos son lanzadas a montones por los medios de propaganda del mundo libre.
Frank Miller es un autor y diseñador con un curriculum sorprendente, cuyos méritos artísticos son indiscutibles. Con toda probabilidad es el autor de comics más famoso del planeta y su influencia en la cultura pop contemporánea está apenas después de la de Stephen King.En el citado libro-conversación con Will Eisner, en un momento dado Miller hace una referencia sutilmente apologética al adolescente que a los catorce años graba una esvástica en el banco del colegio, como una especie de reto, provocación, autoafirmación vitalista (nota del posteador: La frase textual de Miller es "El mejor modo con el cual puedo describirlo es: hay un momento cuanto tienes catorce años, que coges tu navaja y tallas una esvástica en el pupitre de tu colegio"). Yo creo que Miller nunca ha superado completamente aquella fase. Con el pasar de los años, además, ha ido escorándose cada vez más a la derecha, llegando hasta los límites de la comunidad democrática.El punto de no retorno en la producción de Frank Miller es seguramente Sin City, al día de hoy su cómic más famoso.
Él mismo lo afirma: «con Sin City por primera vez he podido hacer todo lo que quería, sin límites ni controles externos». Sin City es su cómic más personal, es el giro decisivo, a partir de ese punto Miller debe ser considerado más responsable de lo que pone en las viñetas... comprendida la proporcionalidad inversa entre violencia (omnipresente) y complejidad de la trama (próxima a cero).300 está después de Sin City.Algunos comics precedentes habían dado la impresión que Miller era un autor antiautoritario, libertario, enemigo de los poderes establecidos. Eran lecturas apresuradas: el Batman de Miller es la imagen de una campaña en favor del vigilantismo contra el crimen, y también, tal como indica el blogger "Leonardo":un personaje marcial de mandíbula prominente que se retiraba a los abismos para cultivar una nueva raza de hombres superiores. Sus últimas palabras eran: "Siéntate bien, Robin", y Robin le contestaba "Sí, señor". Miller es un fascista porque, en resumen, lo que le importa es que sean Hombres, con la espalda erguida, valores firmes y reflejos prontos. Detrás de esta gran idea de la masculinidad siempre esperas que haya algo más, pero al final no hay nada .Quien intenta defender a Miller de estas acusaciones cita invariablemente el "ciclo de Martha Washington" , inaugurado en 1990 con Give me Liberty y desarrollado a través varios capítulos, hasta uno con el rimbombante título de Martha Washington Saves The World (1997) . Este cómic, que tiene a Miller tan sólo como autor de los textos, hay que recuperarlo y volver a leer. A primera vista, parece una distopía crítica, que apunta a las grandes empresas, la política exterior estadounidense y la guerra. Las cosas no son tan simples. Yo veo a Give me Liberty y sus secuelas como respuestas paroxísticas y exageradas hacia el nuevo cómic inglés que se había desarrollado en esos tiempos, principalmente las obras de Alan Moore como V de vendetta y Watchmen . Frank Miller no es tan hábil como Alan Moore para prefigurar escenarios futuros que sean coherentes alegorías del presente, ni está a la altura de su colega inglés para otorgar complejidad psicológica a sus personajes. Se puede decir que tiende a "abandonarse", aprieta el pedal de la speculative fantasy en forma algo confusa, y los núcleos conceptuales que afloran son tópicos del imaginario conservador y de derechas americano.Para dar un ejemplo: hay un presidente de los EE.UU. liberal, Howard Nissen, que acaba en la Casa Blanca por casualidad, porque su antecesor Rexall fue víctima de un atentado incendiario, junto al vice y todos los "papables". El único superviviente de la administración Rexall es Nissen, que había sido nombrado en un ministerio sin competencias recientemente. Nissen se convierte en presidente y parece tener excelentes ideas, retira las tropas estadounidenses de los teatros de guerra en donde operaban, pone en marcha negociaciones de paz con los enemigos de América e intenta salvar la selva amazónica de las garras de las grandes empresas de la carne. Lástima que, durante el cómic, se revela como un utopista veleidoso, inepto y alcoholizado, cada vez más colérico y mezquino, a fin de cuentas, peor que el cuasi dictador Rexall.En Martha Washington goes to war, Miller nos propone la desgarradora y para nada irónica apología de un personaje calcado sobre el Capitán América, es decir, el Capitán Kurtz. Capitán América es un superhéroe patriotero inventado durante la Segunda Guerra Mundial como arma de propaganda interna. No hay nada de ironía en la representación de Kurtz: se trata de un gran héroe que defiende a los EE.UU. contra una horda de nazis-bujarrones.El ciclo de Martha Washington, vendido como cómic libertario, es en realidad una invitación a retomar las riendas del país y unir de nuevo a la nación contra los impulsos centrífugos y disgregantes por obra de los siguientes sujetos: los politicastros, las feministas y los homosexuales. A estos últimos siempre se los representa como nazis. Algunos piensan que Miller ha tomado el pelo a los nazis. Yo creo que quería burlarse de los homosexuales.El mensaje, en fin, no está muy lejos de aquel de la famosa "mayoría moral" de los años ochenta.
Frank Miller, impávido señor de la noche, viene en nuestro auxilio. Sus declaraciones más recientes son aire fresco, fresco en tanto viciado, en el sentido que la ideología nos llega en tufaradas, sin fingimientos ni hipocresías. Que quede claro: lo que dice Miller en las entrevistas no equivale automáticamente a lo que dicen sus comics, porque se sabe que hay una autonomía - también esta relativa - de la obra respecto a su propio autor. No obstante, sus manifestaciones nos ayudan a entender el mundo en que estos comics nacen y se desarrollan.El 24 de enero de 2007 , durante el programa radiofónico Talk of the Nation emitido por la NPR, Miller criticó desde la derecha a George W. Bush, porque después del 11 de septiembreno llamó a la nación a un estado de guerra. Él no explicó que esto requería un esfuerzo mancomunado contra el enemigo común. Así que hemos tenido que combatir una guerra incidentalmente, y quedar fuera como un puñado de romanos lamentándonos por ello.Bush no ha llamado a la nación al "estado de guerra" (¿qué esperaba, que declare la ley marcial?) y ha permitido que una parte de la opinión pública se opusiera a la guerra o cultivara una atmósfera derrotista. "Como un puñado de romanos" es una comparación que introduce una metáfora, nada rara en el mundo anglosajón: "romanos" significa "decadente", una referencia a un imperio desmotivado y en decadencia. La hipótesis de pesadilla americana es aquella descrita por el historiador Edward Gibbon, autor de la imponente y pionera Historia de la decadencia y ruina del Imperio Romano (1776-1789).Miller siguió adelante, revelando además una notable ignorancia:Por algún motivo, parece que nadie habla de lo que tenemos que enfrentar, y de la barbarie del siglo sexto que en realidad representan. Esta gente corta cabezas. Esclavizan mujeres, mutilan los genitales de sus hijas, no respetan ningún tipo de reglas culturales que son importantes para nosotros. Miller pone en un mismo saco a la infibulación - práctica pre-musulmana y preponderantemente africana - y al terrorismo de matriz islámica. Pero el punto máximo lo alcanza pocos minutos después, cuando concluyó la entrevista declarando que, "como la Alemania nazi", Iraq ha declarado la guerra a los Estados Unidos. Clarísima referencia a la nota patraña, la implicación iraquí en los atentados del 11 de septiembre, creencia desmentida en varias oportunidades incluso por fuentes oficiales, en el informe del National Commission on Terrorist Attacks Upon the United States. Unos meses antes, Miller había anunciado su nuevo proyecto, una novela gráfica donde Batman afronta y derrota al Qaeda, obra definida por él mismo como "de pura propaganda", ya que "es ridículo que quien trabaja en el entretenimiento no refleje contra lo que estamos combatiendo". Y así es que el mundo interior de Miller, habitado por los fantasmas del choque de civilizaciones, se abre y nos muestra el proceso creativo que ha plasmado 300 (cómic y película). Podemos entonces ir más allá de lo que Roland Barthes llamaba la "física de la coartada": "no estoy donde usted cree que estoy; estoy donde usted cree que no estoy", esto es: no me encuentro en eso que tú me criticas, yo no quería decir eso.Hoy la "física de la coartada" está por doquier, porque lo posmoderno ofrece la excusa perenne, una ironía fría pero fuera de órbita, el exacto contrario de la ironía erótica. Todo se hace con distancia, todo es irónico (y también cínico), «pero cómo, ¿no has entendido que he dicho esto pero en realidad he dicho otra cosa?», «Mira, eres tú quien ha entendido mal»... Hoy, son pocos los artistas que admiten que han dicho exactamente algo, y de haberlo dicho en serio.
De "Alegoría y Guerra en 300", por Wu Ming 1.
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