versión 1
Te veo frágil, escaneo tus miles de arrugas sin piedad en un segundo. Y pienso "Vendedor de espejos". Mi risa aflora chocando con tus ridículos artefactos de realidades. Y en ese momento me veo reflejado, el espanto recorre mi cuerpo, me veo frágil, escaneo mis miles de arrugas sin piedad...
X.
versión 2
En pleno centro lo vi, un viejito vendiendo espejos. Se parece a mi padre, pensé. Le pregunté por el precio, pero eran caros y como antiguos. Le di una moneda, pero no para calmar mi conciencia, sino porque me dije "¿y si mi padre hubiera sido un mendigo?". Seguí el camino a casa después de otro día de trabajo, pensando que la ciudad es como un río, y su curso nos va dejando en distintas orillas... de la vida.
miguel acevedo
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